Escribe:Miguel Ruiz Effio
.
Concierto para luciérnagas nos devuelve al Antonio Moretti que conocimos en Matiz de Azul, pero también nos permite descubrir a un autor que ha decidido explorar dentro del género. Dividido en dos secciones claramente marcadas, el libro nos presenta dos maneras de asumir la escritura de cuentos.
.
El Lado A me parece el más sólido, el de los cuentos mejor estructurados y que demuestran la solvencia del autor en el género. Estos textos generalmente muestran a personajes desesperados o atrapados en una rutina y que de pronto hallan la manera de reconciliarse con su vida. Pero hay una característica de los cuentos de Moretti en esta sección: las historias apelan a la ternura, a esa parte de nuestra interioridad que el mundo actual adormece. Donde la gran mayoría calla para no correr el riesgo de caer en sentimentalismos, Moretti pronuncia y narra y explica, y sale airoso. Pienso, por ejemplo, en El afortunado, en Un paréntesis de alegría o en Eterno retorno. Y aunque creo que ¡Ayuda! desentona con el resto de los textos de esta sección (comparado con los otros, éste tiene carácter de anécdota y deja traslucir que pertenece a otro periodo creativo), tiene en común con ellas la recurrencia a la ternura y, quizá mucho más marcada, una nostalgia por la pérdida de la inocencia.
.
El Lado B tiene cuentos de mayor riesgo, tanto en los argumentos como en las técnicas utilizadas. Aquí, por ejemplo, Moretti prueba armar las historias en base a frases cortas y párrafos brevísimos (este tipo de narración me ha parecido siempre complicada), y lo hace con fortuna. Y aunque aquí se muestra especialmente diestro en la construcción de frases y en los arranques de los cuentos (Labilidad, La sirena rusa), se deja ver cierto resentimiento en los argumentos; en varios de los textos las historias están in crescendo cuando súbitamente terminan: como si el autor temiera de pronto abandonar la extensión breve o se sintiera inseguro de la cantidad de páginas que el cuento necesita (El ángel exterminador). No quiero dejar de resaltar un aspecto especialmente interesante de esta sección: la manera como los personajes entran y salen de las historias, comunicando los textos de todo el libro entre sí. Moretti se apoya en esta sección para articular su libro como un gran fresco de la urbe (con la excepción del último cuento del libro, Adiós, que es claramente rural), un amplio mural donde ha intentado mostrar pequeños instantes de un conjunto de vidas. Porque en un concierto de música, el director indica a los integrantes de la orquesta cuándo empezar y terminar sus intervenciones, y da pie a las intervenciones solistas cuando lo cree necesario. Esta es la sensación que me deja la lectura del segundo volumen de Antonio Moretti: el autor haciendo hablar o callar a sus personajes cuando lo cree necesario para mostrar.
.
Este libro es a todas luces un libro de autor, y aunque podría entenderse que enuncio algo obvio, enfatizo esto en el sentido de que responde como conjunto a una motivación particular y a una manera de entender el entorno.
.
Sé que la crueldad del mundo actual no nos golpea a todos por igual, y si bien muchos tenemos las defensas preparadas y nos hemos acostumbrado a resistirla, mejor o peor, hay quienes no se resignan, quienes muestran su disconformidad a través de la ternura. Como Humberto Jauja, Antonio Moretti se defiende de este mundo con su poderosa imaginación, y esto es suficiente para que los lectores estemos agradecidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario