viernes, 18 de diciembre de 2009

Otra disquicisión


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Escribe: Harold Alva
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Me conozco. A veces eso puede ser una virtud, otra un agravante para que me excluyan de cualquier intento de romance. Leo el decálogo de Horacio Quiroga y me pregunto hasta qué punto aplicarlo es adecuado: soy un tipo que no se rige por regla alguna, mis códigos están fundados en otro tipo de lealtades. Creo en el poder de reconocerme en los ojos de alguien, creo en la furia de saber que puedo quebrarme con la humedad de los labios de M que sinuosos los llevo a todas partes. Creo en el brillo que la hace temblar cuando la abrazo. Y pienso de nuevo en el decálogo y sí: creo en un maestro como en Dios mismo, creo en esto que nos pasa, creo en este ir y venir, creo en esta seguridad para no perderla, en este miedo como quien sube a una cima inaccesible. Por eso me resisto a imitar cómo viven los otros, cómo actúan para defender su situación de ser sociable y dejo que mis ojos se abran cada vez que los cierro para sentir sus manos aferrándose a mis brazos y dudo en ese momento de mi capacidad de triunfo, pero siento que debo actuar así, con este ardor por tenerla conmigo, por despertar con su pelo al costado de mi almohada como un rito en el que noche a noche le obsequio mi corazón a sus palabras. Quiroga me habría dicho que no empiece si no sé a dónde apunto, me repetiría que las tres primeras líneas son determinantes, y yo le respondería que denuncio mi circunstancia con la autoridad del creador que sabe que a su texto le basta los ojos de M para ponerse de pie y avanzar hacia la línea de fuego desde donde la observo sin necesidad de apelar al adjetivo, al adornito cursi con el que otros se defienden para exigir un gesto afirmativo. Me conozco y sé de M incluso antes de este cuarto nacimiento, por eso la hosca actitud que me presenta como un sujeto duro, como un puñal de filos que destaja sus temores, la brisa que roza con la pasión de los dedos que no han dejado nunca de tocarla. “No escribas con el imperio de la emoción”, insiste Horacio, yo lo miro, imagino su boca abriéndose al cañón de la escopeta y escojo dejarla vivir para empezar de nuevo a la mitad de este camino y me olvido del resto, olvido la soledad, olvido la tristeza de los otros y le exijo al aire tu perfume, tu paz, tu aliento entre mis manos.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Si naciste en 1976, tú puedes ser Clarita

Escribe: Eduardo González Viaña
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Aunque no te llamen ahora así, y tus padres adoptivos te hayan puesto otro nombre, es muy posible que tú seas Clara Anahí Mariani.

Hay algo que no pueden haber falsificado quienes te secuestraron y te vendieron: naciste el 12 de agosto de 1976, y es muy difícil que te hayan puesto una fecha lejana de esa en el documento falso con que has vivido todo este tiempo. Naciste en La Plata, Argentina, hija de Daniel y de Diana, y quizás los raptores te inscribieron en tu mismo país mientras los militares estaban en la Casa Rosada, o tal vez lo hicieron en Uruguay o Chile, igualmente gobernados por asesinos. Al acabarse ese tiempo, a otros niños como tú se los llevaron a Italia y España, donde también podrías estar ahora.

Clarita Anahí Mariani, tengo para ti una carta de tu abuela, la “Chicha”, que te está buscando desde que te raptaron. Va aquí con la mía, y en ella encontrarás fotos de tus padres y de ti misma que tal vez te ayudarán a reconocerte. Además, tu abuela te cuenta otros detalles que, por genética, pueden repetirse en ti.

Es obvio que no recuerdes lo que ocurrió cuando apenas tenías tres meses de nacida. Sin embargo, un psicólogo me asegura que ese hecho brutal se quedó grabado en tu inconsciente y es posible que, algunas noches, se exprese con sueños espantables.

Clarita: tu pesadilla está a punto de terminar. Cuando abraces a tu abuela, recobrarás el derecho de tener recuerdos familiares, y acaso sientas que Diana y Daniel, tus padres, te acompañan desde una región luminosa de los cielos.

Déjame contarte lo que pasó el 24 de noviembre de 1976, y comenzarás a entender esta carta.

Ese día, a las cinco de la tarde, estabas jugando con tu madre que te alzaba y besaba jugando a que eras su muñeca. De súbito, se escucharon las pisadas y los gritos de mucha gente que irrumpía en el tercer piso del edificio donde vivías.

Seguro que tú sonreíste y creíste que era parte del juego de tu madre, pero era tan grande el ruido que empezaste a llorar. Era tu manera de preguntarle a mamá qué era lo que estaba pasando y por qué.

Miguel Osvaldo Etchecolatz abrió por fin la puerta de tu casa. A su lado se encontraba el general Ramón Camps. Ambos se hicieron a un lado para que ingresaran los soldados del Ejército, la Policía y la Armada de Argentina que realizaban una operación conjunta para masacrar opositores al gobierno.

Entraron disparando. Antes, habían ametrallado los departamentos de dos familias vecinas y habían matado a cinco personas. Etchecolatz te puso la pistola en la boca y le advirtió a tu madre que iba a disparar. Ella le arrancó la pistola y te cubrió con su cuerpo. Te cubrió de tal forma que resultabas invulnerable.

Entonces el hombre comenzó a disparar. Aunque Diana Terugi, tu madre, debe de haber muerto a los primeros balazos, en su cadáver se encontraron más de cuarenta impactos producidos por el arma de Etchecolatz y las ametralladoras de los soldados de tu patria. Cuando Etchecolatz te iba a rematar, lo detuvo el general Camps.

-¡Estás loco! Podemos conseguir unos buenos pesos con la piba.

Del resto poco sabemos, Clarita. O Alejandra, Margarita, Viviana, Renata, Marisa, María Elena, como te llamen ahora. Tu abuela y tu padre te buscaron por toda Argentina. Por fin, los asesinos llegaron hasta Daniel, y también lo eliminaron.

A estas alturas de mi carta, te seguirás preguntando ¿por qué, por qué? Voy a darte una parte de la respuesta.

A partir de los años setenta, diversas bandas de militares se apoderaron de más de la mitad de Sudamérica. Está probado hoy todo lo que hicieron entonces: su violencia salvaje, las persecuciones, la represión ilegal de los disidentes, la tortura infernal, la desaparición forzada de personas, el rapto y la venta de niños y el copamiento de todos los medios de información. Miles de civiles tan indefensos como tu madre y tu padre fueron masacrados en un verdadero holocausto. Millares de niños fueron arrebatados en sus casas como tú o arrancados de los brazos de sus madres en la prisión. Los militares llamaban a eso una “guerra interna” y justificaban su barbarie con el fundamento de que estaban defendiendo la civilización cristiana en nuestro continente.

Pasado ese tiempo, con gobiernos elegidos y descubiertas las cuentas secretas de Videla, de Pinochet, de Fujimori, entre otros, con las lloriqueantes confesiones del asesino de tu madre, Etchecolatz y del cobarde general Videla ante sus jueces, conocidas las coimas gigantescas por el armamento que compraban, descubiertas las cuentas de la Ford y la Mercedes Benz, ente otras empresas que los tenían en sus nóminas, ya se sabe que todo era al revés de lo que los militares proclamaban.

Ya se sabe que eran criminales bien pagados, saqueadores insaciables y chacales sin alma, y que su primer objetivo fueron jóvenes como tus padres o viejos como el director de orquesta que fue tu abuelo, para quienes el socialismo era la mejor forma de hacer verdad en la tierra las promesas de Cristo.

Ya se sabe la verdad, Clara Anahí, pero tu abuelita, la Chicha, todavía no te ha visto. Dale la sorpresa en estos días navideños.

martes, 10 de noviembre de 2009

MEDALLA DE HONOR DEL CONGRESO DE LA REPÚBLICA PARA EDUARDO GONZÁLEZ VIAÑA

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La Medalla de Honor del Congreso del Perú en el grado de Gran Cruz va a ser conferida al escritor Eduardo González Viaña en ceremonia que se realizará en esa sede legislativa el jueves 26 de noviembre a las 6.30 de la tarde. Es la mayor condecoración de ese poder del estado. El autor, quien viene de Estados Unidos para ello, ofrecerá una conferencia en el mismo lugar.
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María del Pilar Tello, presidente del directorio de “El Peruano” y Luis Alva Castro, presidente del Congreso del Perú, le entregará la condecoración.
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Autor de unos treinta títulos, catedrático en los Estados Unidos, Premio Internacional de Novela en ese país, Premio Nacional de Cultura del Perú, Premio Internacional Juan Rulfo de narrativa, Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua, entre otros de sus galardones, González Viaña ha expresado en sus obras la esforzada y milagrosa epopeya de la inmigración hispanoamericana en los Estados Unidos.
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Eduardo González Viaña entregó hace poco la primera novela biográfica acerca del poeta César Vallejo, su paisano y, como él, estudiante de la Universidad Nacional de Trujillo. Con el hasta ahora casi desconocido expediente judicial a la mano y una serie de cartas inéditas, el autor recreó la espantable experiencia carcelaria del mayor poeta peruano así como el encanto sin límites de una vida fascinante.
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Su novela El corrido de Dante es considerada como un clásico de la inmigración en Estados Unidos. En menos de dos años, ese libro (Arte Público, USA, 2006) ha tenido cinco ediciones en países e idiomas diferentes. En castellano e inglés, en Texas, Estados Unidos. En italiano, en Siena. En marzo del 2008, apareció la edición española, en Alfaqueque y en agosto, la latinoamericana, en Planeta.
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Por ese libro, en julio del 2007, González Viaña obtuvo el Premio Latino Internacional de Novela de los Estados Unidos en un evento muy comentado por la crítica norteamericana en el que el segundo premio fue compartido por las reconocidas novelistas Gioconda Belli e Isabel Allende.
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El autor publica cada semana "El correo de salem", una columna periodística que aparece simultáneamente en decenas de diarios de América y en “La Nueva España”. Además de vibrante defensa de los inmigrantes, esa columna intenta ser una radiografía de la vida norteamericana.
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Orador fascinante, se descuenta que su presentación llenará el tradicional hemiciclo del Senado. Este mismo año, Gonzalez Viaña congregó multitudes en la Biblioteca Nacional, y el local de la Asamblea Nacional de Rectores, entre otros. La entrada es libre previa presentación del DNI.

jueves, 15 de octubre de 2009

CARLOS BAYONA: EL ÚLTIMO DE LOS POETAS ERRANTES



Escribe: Nivardo Córdova
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Nadie es profeta en su propia tierra. Y esto nuevamente lo confirma el poeta piurano Carlos Bayona Mejía, quien recorre todo el Perú con sus poemas y sus libros.
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Desde lo alto de un promontorio de rocas esculpidas por el viento, en el corazón de la ciudadela Pachacutec -en el distrito limeño de Ventanilla- el poeta Carlos Bayona Mejía (Piura, 1967) contempla el mar. Su mirada se pierde en la nostalgia y recuerda su infancia en la caleta paiteña de La Tortuga, donde nació. “Mi padre, Julio Bayona Montenegro era un hombre muy trabajador: salía de pesca o aprendía nuevos oficios, como el de mecánico o albañil. Mi madre, Rosa Mejía Chunga, natural de Catacaos, tenía una pequeña picantería en casa, trabajo con el que nos mantuvo luego del fallecimiento de mi padre”, recuerda.
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Aquí en Pachacutec, frente al mar nublado, el poeta viene semanalmente a cuidar su pequeña casa de esteras y madera, producto de una invasión en el arenal, mientras ahorra dinero para construirla. Pero en Lima, Bayona no es un migrante más. Es un poeta que viene del corazón del pueblo y va hacia él como quería César Vallejo. Y en esta metrópoli, que ya bordea los diez millones habitantes, acaba de nacer Gonzalo, su segundo hijo. Mientras el mayor, Julito, estudia la primaria y su diligente esposa Karen es el remedio de su soledad.
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Lima a veces te expectora con violencia. Pero también es una ciudad acogedora que diariamente recibe a todos los que vienen a buscar trabajo”, afirma. Bayona llegó a la otrora Ciudad de los Reyes hace más de quince años y en esta urbe él repite la misma historia experimentada por miles de migrantes: la búsqueda de un sueño. Sin embargo, Piura sigue siendo una presencia constante, que se refleja no sólo en el acento dulce de su voz norteña, sino también en todos sus referentes culturales y vivenciales. “Siempre llevo a mi tierra en el alma”, expresa.
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Su infancia transcurrió en Piura, donde tuvo que recuperarse de un accidente que le afecto la pierna derecha, producto de una caída casual. Fue un episodio trágico, que marcaría su existencia hasta hoy. Pero él no se inmuta, y nos dice que la función debe continuar porque sabe que “Hay golpes en la vida, tan fuertes…”.
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Sorprende no sólo su resistencia física, a pesar de las dolencias, sino su fortaleza espiritual. El bolso que suele llevar con decenas de libros debe pesar más de treinta kilos, y con él sube a los omnibuses y combis, y recorre no sólo grandes librerías en el centro de Lima, sino también visita a los libreros ambulantes del jirón Amazonas y los de los distritos periféricos –los “conos” limeños” – de Ciudad de Dios, Comas, San Martín de Porres, Los Olivos, Carabayllo, Villa El Salvador, Villa María del Triunfo.
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Como escritor, Bayona se ha labrado un camino a puro pulso, sin necesidad de padrinos literarios, sin apoyo de grandes editoriales, sin malabarismos ni artificios. Solamente con su voz. Recuerda que se inició en la poesía cuando era adolescente, y en el colegio solía declamar encima de las carpetas, mientras sus compañeros y profesores pensaban que no estaba totalmente cuerdo.
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“El propio director recomendó que, a causa de mis poemas, me hicieran un examen psiquiátrico. Me acuerdo que el médico, después de conversar largo rato conmigo me dijo: tú estás muy bien, sigue escribiendo”, afirma. Desde entonces no dejó de escribir. Al concluir la secundaria ingresó a la Escuela Superior de Bellas Artes Ignacio Merino, donde concluyó sus estudios de dibujo y pintura. Su tesis sobre el pintor Víctor Humareda todavía espera el momento preciso, el paréntesis en la sobrevivencia, el alto en el camino.
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Bayona ha logrado consolidar su fe y su aliento poético. En sus inicios, solía recorrer plazas, colegios, universidades y alamedas difundiendo sus “plaquetas” literarias. Así conoció casi todo el Perú, organizando ferias populares de libros “de a un sol”, ofreciendo recitales y escribiendo sus poemas. En uno de ellos precisamente dice: “He de ser siempre caminante / puro caminante hasta en / los codos. / Así, me han de llamar marinero trotamundo / viajero sin motivos. / Luego dirán los que me vieron tejiendo alfombras / en caminos hechos de relámpagos / terco, puro terco…”.
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Y pensar que un comentarista se refirió a Bayona en términos despectivos, llamándolo “aquel personaje que reparte papelitos”, a él no importan ese tipo de epítetos, pues su poesía se ha fortalecido, al igual que la de otros extraordinarios poetas piuranos de su generación como José María Gahona, Efraín Rojas, Raúl Saldarriaga o Gabriel Garay, por mencionar sólo algunos casos notables.
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La vida, y también la muerte, son los grandes temas de su poesía. Recientemente, Bayona se sintió conmocionado por la trágica muerte del poeta limeño Josemari Recalde. “Lo conocí en la biblioteca de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Era un ser muy especial, sencillo, pero tenía un dolor en el alma. Me dedicó un ejemplar de su poemario El libro del sol y luego quedamos en vernos. Días después, leyendo un periódico, me topé con la noticia de su suicidio”, recuerda, mientras recita el poema “Prolongación del misterio” que ha dedicado a Recalde: “Porque somos árboles milenarios / en nuestras cabelleras manchadas de estaciones / Llegan pájaros agoreros / Arrieros buscando el aire y la sombra. / No importa cuál sembrador, con qué sombrero / Nos tiraron en dúctiles tierras. / ero somos al fin y al cabo árboles fuertes y profundos. / Nos cortan, nos rebanan las coronas. / Nos vuelven estúpidos a veces / podándonos el alma; nos quitan nuestra / fuente de vida.
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Como siempre somos resistentes / a las mutilaciones. / Crecen crispados dedos. / La libertad ensayando nuevos vientos. / La tierra alimenta nuestras voces. / Nacen embriones vestidos de alegría firmamento. / Pues en nosotros queda la prolongación del misterio / la luz y nuestras vidas colgándose del tiempo”. Ese mismo poema, también se lo dedica al poeta chiclayano Juan Ramírez Ruiz, fallecido trágicamente el año 2007 en Virú.
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Hoy, este mismo mar de Ventanilla, que hace años fue la tumba de los jugadores del Alianza Lima, recibe hoy los ecos del poeta. Los años no han pasado en vano: aprendió que en la vida –y también en la literatura– sólo debe haber lugar para los sentimientos puros. El autor de Poemas nostálgicos (1990), De la sombra a la luz (1991), Poemas sin nombre (1992) o plaquetas con títulos singulares como “Dientes burilados en parques de piedras”, acaba de ser incluido en “21 poetas del siglo XXI + 7” antología poética editada el 2006 por el escritor Manuel Pantigoso. Esta inclusión es un mérito, teniendo en cuenta el silencio de la crítica oficial sobre su obra, aunque paradójicamente decenas de páginas en Internet dan cuenta de su obra literaria. Mientras conversamos de regreso a Lima, después de haber visitado la casa del poeta en Pachacutec, Bayona nos sigue relatando episodios de su infancia. En el puente Zarumilla bajamos del vehículo, y aunque él insiste en cargar su bolsa de libros yo le pido que me permita ayudarlo. Y así llegamos hasta un mercado, donde el poeta directamente me lleva al puesto de pescado. Con ojo experto, escoge las caballas más frescas –estas no vienen de Sechura, lamentablemente-, busca luego limones, rocoto y cebollas, con las que más tarde, en la pensión donde vive provisionalmente junto a su familia, prepara un exquisito cebiche piurano, con el mismo arte con el que escribe sus versos. Yo simplemente lo observo, agradecido y agradecido.
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En la foto: Carlos Bayona, por Pedro Bayona.

jueves, 1 de octubre de 2009

Acerca de “EL SENDERO LUMINOSO DEL PLACER” de Willy del Pozoº

Escribe: Julia Sovero
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Cuando uno mira hacia atrás por el camino de su vida generalmente no tiene la valentía, ni los cojones para aceptar todo su pasado con franqueza, autenticidad y mucho menos con humor, como lo hace Willy del Pozo en estas crónicas autobiográficas, pues a todos generalmente nos duele el pasado: si fue bueno por haberlo perdido, si fue malo por las heridas que dejó.

No es fácil reconocer y menos liberarse de hechos inconfesables que vivimos. Están allí aguijoneando la conciencia de cuando en cuando, haciendo sentir su presencia como detectives que te dicen: Sé lo que hiciste, y es cuando uno se vuelve esclavo del pasado.

De hecho, si escribir es una de las estrategias más liberadoras que ha inventado la mente humana, hacerlo sobre nuestro propio pasado, lo es todavía más: es cerrar tratos y deudas con aquellos que nos acompañaron por el sendero de nuestra existencia. Esta obra, por tanto, es una invitación a la libertad. Nos enseña que la única forma de construir un proyecto de vida es aceptando todo lo que realmente somos, reconociendo que las experiencias vividas obedecen a un contexto y que sean cuales sean, son valiosas y necesarias para crecer.

En estas páginas de un anti héroe, aparece también un anti mensaje: No es la historia de un chico insensato, que con el despertar de su falo, se va como un “Terminator”, a barrer con media ciudad (La naturaleza, como decía Nietzsche, no es buena ni mala, el juicio acerca de la moralidad e inmoralidad de las cosas, lo atribuimos nosotros), es más bien la historia de un muchacho sensible, sujeto a muchas coyunturas sociales, que él asume y enfrenta sin caretas, sin mecanismos defensivos, con la mayor naturalidad y hasta cierto grado de estoicismo: vive las cosas porque sus circunstancias determinaron que así sea, aunque como buen antihéroe, no se siente víctima ni ente pasivo de sus circunstancias y lo que es mejor, no pierde su esencia ni su identidad en un mundo que se le ofrece a él muy cambiante, si es que podría hablarse de “identidad” en una generación tan desarraigada, a la cual los dos pertenecemos: la generación del nihilismo, de la desesperanza, de la falta de fe. No olvidemos el contexto social en el que se mueve este gran perdedor: violencia terrorista, prostitución, drogas, etc.

Agrada la forma profunda con que cuenta lo banal, el modo tan fino de mencionar la vulgaridad de la vida humana, el tono sencillo de decir sentimientos profundos y encontrados.

El autor, nos propone además, un sentido diferente de vivir: el hedonismo como principio y filosofía de vida, la pasión por lo que se hace, el aprender a reírse de uno mismo, a no tomarse tan en serio las cosas, lo cual de cuando en cuando resulta tremendamente terapéutico y si bien su obra nos habla del pasado, es también una invitación a vivir en el presente, a centrarse en el aquí y en el ahora.

Este no es un análisis sobre aspectos literarios, y por lo que a mí queda decir en cuanto a la apreciación psicológica, felicito a Willy del Pozo, por habernos regalado esta historia, en la que nos muestra al desnudo el alma y el cuerpo de toda una generación.

Sé que para muchos la palabra “Sendero” en nuestro país está siempre asociada a la palabra “Violencia”. Con esta irreverente y chispeante obra, espero que al menos al rato de leerla “Sendero” nos suene mas bien a “Placer”, un placer quizá más intenso que el orgásmico.
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º Texto leído en la presentación de EL SENDERO LUMINOSO DEL PLACER de Willy del Pozo, en el auditorio de la Universidad Continental de Huancayo. Junín.

lunes, 28 de septiembre de 2009

LAS NIÑAS DE ABRIL ALONSO

(Una mirada múltiple a su literatura infantil)
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Por Ricardo Ayllón
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Abril Alonso, consciente de que al niño no hay que redactarle lo que imaginamos necesita, ha evitado la estrategia de interpretar lo que perciben y ha creado personajes a quienes deja libres sobre el universo que avizoran para que sean ellos quienes lo interpreten y transformen. Alejandra, Daniella y Micaela, corazón de estas historias, son criaturas con vida propia, niñas que gracias a sus anhelos luchan por devolver la sonrisa a este planeta con el poder propio de la infancia: la inocencia. El concepto de responsabilidad social ha sido asimilado por Alonso y hábilmente infiltrado en estas páginas que nos devuelven a esos años cuando teníamos la certeza de disuadir con nuestras voces a los astros.

Si bien el Perú se caracteriza por la calidad de sus escritores y por la sólida tradición de su literatura, en los diversos géneros, la narrativa para niños, últimamente representada por autores como Óscar Colchado Lucio, Danilo Sánchez Lihón, Sócrates Zuzunaga y Jorge Eslava; tiene como antecedente a lo más valioso de la literatura latinoamericana: el genial César Vallejo de Paco Yunque, Ciro Alegría de Navidad en los Andes, Arguedas y el pequeño Ernesto de Warma Kuyay, Francisco Izquierdo Ríos de El bagrecico, solo por citar algunas de las piedras angulares que han hecho de ella, un referente obligatorio para sembrar en nuestros niños el interés por introducirse a su mágico mundo; una corriente que le exige responsabilidad creativa y rigor académico a quien pretende aportar nuevos matices. Requisitos que cumple a cabalidad la propuesta de Abril Alonso, este nuevo autor que trae consigo la múltiple visión de los infantes de esta época del twitter y del facebook.Abril Alonso ha escrito este libro para ser degustado en familia. Estoy convencido que se divertirán con las aventuras de estas pequeñas que han de convertirse en las heroínas que seguirán las niñas de este tiempo.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Entrevista a CARLOS CALDERÓN FAJARDO

“Las sociedades "necesitan" inventarse escritores de "culto" y los raros son perfectos para esa forma de momificación necrofílica”.

Por Harold Alva
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El primer libro que leí de Carlos Calderón Fajardo fue La conciencia del límite último; desde entonces he seguido de cerca la obra de este narrador a quien hemos tenido el privilegio de publicar El viaje que nunca termina: la verdadera historia de Sarah Ellen (Ediciones Altazor, 2009); que presentamos la noche del jueves 24 de setiembre en el Centro Cultural de España. Los comentarios estuvieron a cargo de Rossana Díaz Costa, Luisa Fernanda Lindo y de Willy del Pozo. Sobre Sarah Ellen, lo gótico y sobre los narradores jóvenes, dialogamos en la siguiente entrevista.
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Publicó un adelanto de esta novela en 1993. Han pasado más de quince años y publica la versión definitiva ¿Por qué tuvo reposando tanto tiempo a Sarah Ellen?
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La novela durmió 16 años porque maduró dentro de mí. La volví a reescribir después del sismo del 2007, cuando se creó un culto en relación a ella, después de que un hombre salvó la vida cobijado bajo su tumba. En 1993 era todavía un vampiro, pero a partir del 2007 se convirtió en una santa de culto. La idea de una vampiro que hace milagros me fascinó, y me reenganchó con la historia.
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La vida como un viaje, el viaje como metáfora de una existencia que nunca se termina, representado en Sarah Ellen, la inglesa que se alucinaba Vampiro. ¿Existió realmente esta mujer o se trata de otra leyenda urbana?
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La mujer existió, la leyenda nacida en Pisco, en Perú, llegó a Inglaterra y fue muy publicitada en la prensa inglesa y varios periodistas británicos hicieron una investigación exhaustiva sobre esta mujer. En google se puede hallar estas investigaciones hechas en Inglaterra. Lo mío es una novela inspirada en la leyenda urbana peruana. No recreo la leyenda, la leyenda me sirve de punto de partida para continuar ampliando mi horizonte expresivo. Esta novela no es extraña al corpus de mi narrativa, se emparenta con el cuento Gyula, con el tema de los verdugos de ese libro y con los rasgos góticos de mi novela La conciencia de límite último, novela con la que El viaje que nunca termina está emparentada; ambas novelas fueron escritas más o menos en la misma época, en el 91 y el 93 en los tiempos que estaba fresca de la embriaguez de sangre que hubo en la guerra interna.
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Lo heroico en esta novela es el amor de Jhon P. quien se embarca en esta travesía secundando a Sarah, él es quien al no rechazar el modo de vida de su esposa, inventa a la falsa vampiro. ¿El viaje que nunca termina podría ser clasificado también como una novela de amor?
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Es una novela de amor. La narrativa gótica moderna, en el cine y la novela han derivado a ser novelas de amor. El vampirismo como tema novelesco siempre ha estado relacionado con el sexo y el amor. El vampiro siempre vive penas de amor y cuando muerde efectúa una especie de coito de sangre que, en términos de placer sexual, es incomparable.
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¿Por qué elegir a un romántico, el Capitán Álvarez, para que conduzca el navío donde viajaba la pareja?
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El romanticismo fue un movimiento literario, filosófico, de reacción a la razón moderna. Este rechazo a lo moderno, vuelve con la postmodernidad. Esta novela fue escrita en pleno debate filosófico sobre la postmodernidad. Hay un romanticismo reciclado postmoderno; el rechazo a una modernidad tecnológica que todo lo depreda: la muerte de la randomancia, de las novelas góticas; el capitán Álvarez representa la resistencia de la magnifica navegación a vela, donde el capitán controlaba las corrientes y los vientos y Álvarez es el rechazo a los buques modernos donde los aparatos son los que controlan el rumbo de la nave.



¿Cuáles han sido los referentes literarios sobre los que construye esta historia? ¿Quiénes han sido los autores que han influido en su incursión al género gótico?
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Los referentes literarios son Bram Stocker, y la novela sobre El buque fantasma, de la que se hizo una película muy famosa y tiene que ver con una historia, la del Holandés errante, que está condenado a navegar sin fin; Wagner hizo una opera con esa leyenda El Holandes errante. Pero el referente fue la leyenda misma de Sarah Ellen sobre la que había mucha información en 1993.
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En el Perú no hay una tradición gótica, quizá un acercamiento en la obra de Clemente Palma, sin embargo no ha sido un género desarrollado por nuestros escritores, de allí que considero que El viaje que nunca termina se convierte en un referente histórico. ¿Seguirá explorando lo gótico? ¿Ha pensado en otra novela?
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Es cierto que en el Perú no hay tradición gótica, y si la hay. Gonzalo Portal Zubiate ha hecho una antología de 300 páginas sobre poesía peruana de filiación siniestra Urge púrpura (El lampero alucinado ediciones 2009). Y Elton Honores de San Marcos está preparando una antología de cuentos peruanos sobre vampiros. Temas hay para novelas góticas; los pishtacos, los saca ojos, los "roba caras". Etc
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De los nuevos narradores ¿a quiénes considera que debemos seguirle la pista?
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Esa pregunta es difícil de contestar, los hay fantásticos y realistas. Pero aún no se despunta un escritor en especial. Me interesan las narradores mujeres jóvenes. Claudia Ulloa, Rossana Díaz Costa, Alina Gadea, Julia Wong, yo creo que son a ellas a quienes hay que seguirles la pista.
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Los jóvenes lo leen como a un autor de culto ¿Usted cómo se califica?
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¿Cómo me califico? Como un hombre que ha perseverado más de 40 años en una misma vocación. Y lo que he hecho y hago, es intentar construir una obra personal, que busca en cada nuevo libro ampliar mi horizonte expresivo. Me importa poco, si soy famoso o no lo soy, si gano premios o no, si me internacionalizan o no, si las editoriales grandes se interesan por mí; en las alternativas me siento muy cómodo. No soy un gran escritor, si lo fuese ya me habría echado el lazo, el anzuelo, las grandes editoriales del mundo que andan buscando con lupa a grandes escritores, y no soy de culto, salvo para unos cuantos fans. Para ilustrar esto basta ver que sólo dos blogs publicitaron la presentación de mi novela. Eso de culto es un bluff. Las sociedades "necesitan" inventarse escritores de "culto" y los raros (Siu Kam Wen, Adolph. CCF) son perfectos para esa forma de momificación necrofílica.

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Sobre Carlos Calderón Fajardo:

http://www.librosperuanos.com/autores/calderon_fajardo1.html

martes, 15 de septiembre de 2009

ENTREVISTA A SERGIO BARANDIARÁN

“Quisiera que Coctel Selva Negra sirva para sensibilizar al público en cuanto a la diversidad de formas de amar y desear”
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Sergio Barandiarán

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Por Harold Alva
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Sergio Barandiarán ha escrito una novela desenfadada. Coctel Selva Negra (Ediciones Altazor, 2009) es un conjunto de historias de género que, al modo de El gran salto de Alberto Ciarriz, Contra natura de Álvaro Pombo, o No se lo digas a nadie de Jaime Baily; nos transportan a un territorio donde los encuentros furtivos, las fiestas, los viajes y las tragedias son la línea que cruza e identifica a sus personajes; inmigrantes en su mayoría, acreditados con ese salvoconducto de ciudadanos del mundo, propio de la globalización. El lector que se enfrente a sus páginas, no dejará de sorprenderse con el manejo de las situaciones, las mismas que en un momento lo pueden situar frente a una novela de viajes, otras, inserto en las páginas de un diario y, en su mayoría, como el concentrado receptor de una inusitada confesión que lo dejará conmovido y sin fuerzas para cuestionar el universo homoerótico, presentado al fin, con un nivel en el lenguaje, que bien podría resumirse como ese buscador infatigable que, en su momento, reclamó Virginia Wolf. Sobre este variopinto Coctel conversé con Sergio, aquí les dejo la entrevista.
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¿Por qué escogiste la novela para iniciar tu carrera literaria?

Más que una elección consciente de género literario, Coctel Selva Negra es el resultado de un cuarentón en crisis que siente que se le va la vida y trata de reconstruir algunos fragmentos de ella para convencerse de que ha “vivido”.


¿Has incursionado en el cuento? Te pregunto porque para tratarse de una primera novela, la estructura y el lenguaje nos presentan a un narrador que tiene conciencia del oficio.

Si bien Coctel Selva Negra es mi primera publicación, he escrito algunos cuentos con cierta regularidad desde 1995. Lo que llamas “conciencia del oficio” proviene a lo mejor del hecho de ser un ávido consumidor de literatura, sobre todo de mis autores favoritos, y por ser un filólogo de corazón con una incontrolable afición a todo lo relativo al lenguaje. Me encanta por ejemplo jugar con el doble sentido como en la mayoría de títulos de los capítulos. También participé hace algunos años en un taller de escritura creativa.


Coctel Selva Negra puede leerse como un diario de viajes, como la suma de varias historias, me da la impresión de que capturaste el concepto de la transvanguardia europea ¿Pensaste desde el inicio en una novela homoerótica?

La verdad es que soy bastante inexperto en teoría literaria. Coctel Selva Negra es más que nada un homenaje a personas que tuvieron un papel importante en mi vida y desarrollo personal. Con algunas de ellas mantengo una amistad entrañable hasta hoy, a otras les he querido aplicar una pequeña venganza desde la ficción. Quisiera que Coctel Selva Negra sirva para sensibilizar al público en cuanto a la diversidad de formas de amar y desear. Por otro lado, la mitad de los personajes, incluyendo al narrador, tienen un claro perfil homoerótico o lo van desarrollando en el curso de la historia, la otra mitad no.


¿A qué autores consideras tus referentes?

Exagerando un poco, te puedo decir que si quitas de mi biblioteca a Isabel Allende, Laura Esquivel, Jaime Bayly – las damas primero –, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, me dejarías casi huérfano de libros. Menos mal que tengo bastantes atlas altos y gruesos para rellenar esos espacios vacíos.


Elegiste narrar en primera persona ¿Cuánto de Sergio Barandiarán hay en Coctel Selva Negra?

El narrador y protagonista, Carlos Hayes, tiene de hecho bastante en común conmigo. Es básicamente un 'lorna' que se pasó todo el colegio estudiando y descuidó otras facetas importantes de la vida que más adelante tratará de recuperar con más o menos suerte. Por otro lado, los personajes co-protagónicos de cada capítulo los he creado a partir de personas reales, pero con las consabidas licencias de la ficción literaria para volverlos más pintorescos.
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¿Has pensado en una saga de historias donde puedas continuar explotando tu condición itinerante? Te pregunto esto por el final abierto de la novela.

Lo que tengo bien claro, es que algunos de los personajes co-protagónicos, por ejemplo Monsieur Rémy, dan para una novela entera. También estoy maquinando una saga familiar ambientada totalmente en el Perú.

Radicas en Alemania ¿participas de su bohemia? ¿qué tan intensa es allá la actividad literaria?

Alemania es un país con una indudable tradición intelectual; tanto es así que ellos mismos se autotitulan “tierra de poetas y pensadores”. Basta pasar un otoño-invierno allí para entender por qué: Con ese frío, cielo gris y oscuridad, se dan condiciones óptimas para encerrarse en su escritorio o sala y dedicarse a escribir o leer. Como autor en lengua extranjera, he participado alguna vez en la “bohemia” de un simpático círculo de autores hispanos que se reúnen cada mes en Colonia.

¿Cuál es tu siguiente paso como escritor?

Antes que nada, estoy trabajando en la traducción al alemán de Coctel Selva Negra para poderlo lanzar en la Feria del Libro de Frankfurt en el 2010. Posteriormente, quisiera reflotar los cuentos que escribí entre el 95 y el 2007 así como embarcarme en el proyecto de saga familiar lambayecana-limeña que abarcaría todo el siglo XX y cuyo título lo tengo listo desde hace diecisiete años, falta tan solo el contenido.

En una frase: ¿Quién es Sergio Barandiarán?

Un itinerante con raíces más en el aire que en la tierra, con muchas dudas y pocas certezas, con poco amor al trabajo – no más de seis horas diarias, por favor – y muchas ganas de viajar por el mundo, probar las comidas típicas de cada lugar y a sus respectivos cocineros.

¿Qué papel juega el Perú en tu libro?

Teniendo en cuenta que la mitad de mi vida he sido extranjero, el concepto de “patria” se ha extendido a todos los lugares donde he vivido más de un año y experimentado eso que llamamos felicidad, donde he querido y me han querido, como Friburgo, Basilea y Frankfurt. En Coctel Selva Negra, aparte del narrador, hay otros dos co-protagonistas peruanos, el estudiante y cocinero Jaime así como la brichera jubilada Leticia. Todos ellos comparten la peruanísima pasión por la buena mesa. Tengo también claro que mi próximo proyecto de cierta envergadura tendrá como telón de fondo ya no la Selva Negra sino la multifacética geografía peruana.

lunes, 17 de agosto de 2009

Burdel, metáfora de la clase política criolla

Escribe: Urbano Muñoz

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Sin ideales no hay futuro que valga es el mensaje central de la novela Burdel (Lima: Ed. Altazor, 2009. 91 Pp.), de Harold Alva (Piura, 1978), donde se narra la historia de dos jóvenes abogados, en la Lima de las dos últimas dos décadas, Esteban Ramírez del Villar y Rodrigo de Vergallo, con énfasis en el tránsito de ambos personajes desde su condición de románticos a la degeneración, a medida que van renunciando a sus sueños, defraudados por la clase política corrupta.
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El proceso tiene tres fases. En la primera, romántica, Esteban y Rodrigo, como estudiantes universitarios, participan, entusiastas, en las marchas de protesta contra la mafia de Hiroto (Fujimori) que gobierna el país y se involucran con el sector opositor. Rodrigo ingresa al partido Actitud Popular Latinoamericana (APA) y Esteban a Patria Posible, liderado por Gamero (Toledo). Los jóvenes descubren pronto que el sector opositor es tan sórdido como la mafia hirotista; sus experiencias son similares, aunque sus reacciones, diferentes.
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Rodrigo crea un movimiento para salvar al APA de los “malos dirigentes”, fracasa y es expulsado. Conoce a Javier Sierra Tuesta (Javier Valle Riestra), quien lo recluta para formar un nuevo partido, mas luego vuelve al APA, dejando en el aire a Rodrigo. Éste renuncia a la política y piensa en apostar por la cultura fundando una entidad promotora de la lectura, pero es estafado por un socio. Sin darse por vencido, opta por dedicarse a la poesía; publica un poemario, que es demolido por la crítica. Entonces desempolva su título de abogado y se ilusiona con la idea de llegar al Poder Judicial.
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En el caso de Esteban, al descubrir que Gamero es un cocainómano y un putero, cuyos asesores son agentes del Servicio de Inteligencia, y que todo su partido está podrido, renuncia a éste. Es la época en que Hiroto se rereelige y Esteban, quien era el que organizaba los mítines de protesta, tiene que esconderse porque lo busca la policía. Poco después, cae Hiroto y asume la presidencia Paniagua. Nuestro personaje deja su escondite y Fica Urrutia le ofrece un puesto importante en su naciente movimiento social cristiano. Esteban acepta y vuelve a involucrarse con la clase política. Se vuelve cínico, constatando que el mismo Congreso de la República es una suerte de gran burdel donde las conciencias se venden como culo de puta. En estas circunstancias, se casa con una joven de “buen apellido” y, merced al apoyo de su suegro, funda una academia para “abogaditos mediocres que no son capaces de escribir siquiera un libro” y los prepara para ser candidatos a juez y ocasionalmente dicta conferencias sobre temitas de moda. Parece realizado, aunque un poco aburrido; para romper con la rutina, en sus horas libres se hace columnista de un periódico. Su nueva faceta lo lleva a explorar el mundo de los lenocinios de la ciudad.
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Es la fase de la degeneración, donde Rodrigo, por su parte, en su deseo de llegar al Poder Judicial se matricula en la academia de Esteban. Éste le consigue un puesto de trabajo. Rodrigo al poco tiempo se casa. Parece que ya se ha acomodado en el sistema, pero no es feliz. Simplemente sobrevive, convertido en un emo, quien a escondidas de su mujer se refugia “en la búsqueda individual del gozo”, aficionado a los videos porno, las prostitutas y el consumo de todo tipo de sustancias. Su vida se complica cuando se enamora de Libeth, una mujer bella, pero egoísta.

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La historia concluye cuando, Rodrigo, rechazado por Libeth, se pega un balazo mortal. Esteban se deprime, se retira de la academia, renuncia al movimiento y al sueldo que le pagaba la Urrutia, deja el periodismo; luego, funda “El Partido”, prostíbulo exclusivo para burócratas, el cual se convierte en un negocio exitoso, gracias a que su propietario ha reclutado como trabajadoras a experimentadas y guapas meretrices de los burdeles más conocidos de la ciudad.
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En el último apartado del texto, Máximo Vitale, compañero de ruta de los protagonistas de la historia y narrador de la misma, resume la filosofía individualista y cínica de quienes como Esteban han renunciado a sus ideales y al compromiso social, convencidos de que ya no es posible cambiar al país. Vitale dice que ya no le importa lo que suceda con el resto, que prefiere su condición de animal solo viviendo en una “ciudad desierta”. La sensación de soledad y tristeza que envuelve a estas palabras, empero, es un resorte que devuelve al lector a la frase de Mariátegui que sirve de pórtico a la novela: “Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico”.
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Es evidente la alusión que se hace en esta historia al Poder Judicial y la gran prensa – la de los medios masivos limeños, desinformadotes y narcotizantes, expertos en generar cortinas de humo para distraer a la población y anular su interés por los asuntos de fondo y el destino nacional-, las entidades más desprestigiadas por su asociación con el problema mayor que nos tiene postrados como sociedad y estado: la corrupción.
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La peor herencia de la cleptocracia peruana de la década de 1990 fue la demolición de los valores morales nacionales. El período de transición democrática, con Paniagua, pudo ser una oportunidad para revertir las consecuencias de tan nefasto legado, pero fue insuficiente por tan breve. Retornaron pronto a la escena nacional los políticos oportunistas y corruptos, a cuyo contacto se pueden perder y pierden, casi siempre, los jóvenes y sus mejores sueños.
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Muy buena la lección que da Harold Alva, con esta su primera novela, y nos cae de perillas ante la necesidad apremiante de nuestro tiempo, de forjar una nueva y verdadera clase política, donde los jóvenes no sean la cola de los corruptos, sino sus fustigadores implacables y los protagonistas del cambio radical que requiere urgentemente el país.

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Urbano Muñoz: Poeta, narrador y ensayista; actual presidente de la Asociación de Escritores de Ayacucho. (El presente texto fue leído el día 13 de agosto del presente, en el auditorio del centro cultural de la Universidad Nacional San Cristobal de Huamanga, Ayacucho, en la presentación de BURDEL)



lunes, 8 de junio de 2009

CONCIERTO PARA LUCIÉRNAGAS: EL RETORNO DE LA TERNURA

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Escribe:Miguel Ruiz Effio

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Concierto para luciérnagas nos devuelve al Antonio Moretti que conocimos en Matiz de Azul, pero también nos permite descubrir a un autor que ha decidido explorar dentro del género. Dividido en dos secciones claramente marcadas, el libro nos presenta dos maneras de asumir la escritura de cuentos.
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El Lado A me parece el más sólido, el de los cuentos mejor estructurados y que demuestran la solvencia del autor en el género. Estos textos generalmente muestran a personajes desesperados o atrapados en una rutina y que de pronto hallan la manera de reconciliarse con su vida. Pero hay una característica de los cuentos de Moretti en esta sección: las historias apelan a la ternura, a esa parte de nuestra interioridad que el mundo actual adormece. Donde la gran mayoría calla para no correr el riesgo de caer en sentimentalismos, Moretti pronuncia y narra y explica, y sale airoso. Pienso, por ejemplo, en El afortunado, en Un paréntesis de alegría o en Eterno retorno. Y aunque creo que ¡Ayuda! desentona con el resto de los textos de esta sección (comparado con los otros, éste tiene carácter de anécdota y deja traslucir que pertenece a otro periodo creativo), tiene en común con ellas la recurrencia a la ternura y, quizá mucho más marcada, una nostalgia por la pérdida de la inocencia.
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El Lado B tiene cuentos de mayor riesgo, tanto en los argumentos como en las técnicas utilizadas. Aquí, por ejemplo, Moretti prueba armar las historias en base a frases cortas y párrafos brevísimos (este tipo de narración me ha parecido siempre complicada), y lo hace con fortuna. Y aunque aquí se muestra especialmente diestro en la construcción de frases y en los arranques de los cuentos (Labilidad, La sirena rusa), se deja ver cierto resentimiento en los argumentos; en varios de los textos las historias están in crescendo cuando súbitamente terminan: como si el autor temiera de pronto abandonar la extensión breve o se sintiera inseguro de la cantidad de páginas que el cuento necesita (El ángel exterminador). No quiero dejar de resaltar un aspecto especialmente interesante de esta sección: la manera como los personajes entran y salen de las historias, comunicando los textos de todo el libro entre sí. Moretti se apoya en esta sección para articular su libro como un gran fresco de la urbe (con la excepción del último cuento del libro, Adiós, que es claramente rural), un amplio mural donde ha intentado mostrar pequeños instantes de un conjunto de vidas. Porque en un concierto de música, el director indica a los integrantes de la orquesta cuándo empezar y terminar sus intervenciones, y da pie a las intervenciones solistas cuando lo cree necesario. Esta es la sensación que me deja la lectura del segundo volumen de Antonio Moretti: el autor haciendo hablar o callar a sus personajes cuando lo cree necesario para mostrar.
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Este libro es a todas luces un libro de autor, y aunque podría entenderse que enuncio algo obvio, enfatizo esto en el sentido de que responde como conjunto a una motivación particular y a una manera de entender el entorno.
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Sé que la crueldad del mundo actual no nos golpea a todos por igual, y si bien muchos tenemos las defensas preparadas y nos hemos acostumbrado a resistirla, mejor o peor, hay quienes no se resignan, quienes muestran su disconformidad a través de la ternura. Como Humberto Jauja, Antonio Moretti se defiende de este mundo con su poderosa imaginación, y esto es suficiente para que los lectores estemos agradecidos.

domingo, 3 de mayo de 2009

FUNDACIÓN YACANA: COMUNICADO

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La Fundación Yacana y el Bar Zela organizadores del Segundo Concurso Anual Internacional de Poesía "Javier Heraud" 2009 comunican que Dalmacia Ruiz Rosas y Willy Gómez Migliaro, se han retirado del proceso del concurso, por desacuerdos en los pagos establecidos.
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Ellos habían recibido su pago por adelantado, pero han querido sorprendernos intentando cobrar un monto extra, fuera de lo acordado. A pesar de ello, después de conversaciones aceptamos sus nuevos términos y el incremento del pago, por el bien de nuestra amistad. Luego quisieron que el pago sea esta semana, la Fundación aceptó dar la mitad en el momento y el saldo al terminar, pero habiendo acordado lo descrito el día de ayer, hoy, 1º de mayo de forma imperativa, nos conminan a cancelar el total, para el día lunes y amenazan con retirarse del Concurso.
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Es por esto, que lamentamos el alejamiento de Willy Gómez, tratamos de ser lo más flexibles en la mediación, pero de esta forma tan prepotente e intransigente, no se puede trabajar por el bienestar del equipo de producción y de la Fundación Yacana.
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Sabemos que Dalmacia Ruiz Rosas nada ha tenido que ver en estos problemas, incluso ha sido perjudicada por esta actitud, lo cual lamentamos, y hacemos presente nuestro agradecimiento y nuestra sincera amistad.
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El Concurso sigue y se mantiene firme ya que los elementos que no armonizaban dentro del equipo se han retirado, aun así se les agradece por haber participado.
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Ante esto nos hemos visto en la necesidad de convocar al Sr. Domingo de Ramos, poeta reconocido en el medio, para que retome la posta del Concurso, el cual él inicio. Reiterando que el monto por su trabajo será el mismo acordado con los organizadores anteriores. Agradecemos públicamente al poeta Sr. Domingo de Ramos que retome la posta y nos apoye en este momento de descoordinación, ajena a nuestra Fundación.
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Damos a conocer a la opinión pública y a los amigos en general que los $3500 dólares en premios para los ganadores y las 3 publicaciones de 300 ejemplares por cada ganador están totalmente aseguradas.
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Agradecemos la gran acogida del Concurso, reiteramos nuestra firme promesa que será anual y que los premios cada vez serán más tentadores. Aprovechamos también para comunicarles que el día 8 de mayo se lanzará el 1er Concurso de Pintura "Sérvulo Gutiérrez”.
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Cualquier duda o comentario pueden hacerlo a la Representante de la Fundación Yacana, Belén Soto Canales al 99419*5445 o al mail: belensotocanales@gmail.com

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Lima 2 de mayo de 2009

lunes, 13 de abril de 2009

Recuperado el cuervo

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En un primer momento pensé viajar por semana santa. El martes pasado César Sánchez y Gabriel Rimachi Sialer, presentaron sus libros de cuentos, la cita era en el Club Social Miraflores, yo debí estar en la presentación, por culpa de mi inestable ánimo, no fui, algo que de hecho lamento por el significado de ese doble parto y por lo que seguro habría sido la bomba con la que hubiese inaugurado la semana santa. Fuentes confiables me afirman que los brindis duraron hasta las cinco de la mañana en El Monarca. Me la perdí. Fue ese estado de ánimo lo que me tuvo enclaustrado desde ese martes en mi casa, he prometido regresar mañana a la oficina. Pero fue un encierro en el que he recuperado el viejo hábito de no pararme hasta que la poesía encienda su luz verde, no he dejado de escribir, mis manos recuperaron algo de aquella destreza por quien casi tiro la toalla, me reconcilié con el viejo cuervo. Aquí tres sonetos, escribí 11. Y de todas maneras esta semana Gabriel, Lucho, Miguel, Manolo, Malena, Scan, compañero Alejo, un trago en estos días; es paja beber solo, pero (me pongo cursi) extrañé sus ocurrencias.
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Me exijo un poema, una construcción que exprese
mi angustia: la marca de aquellos sables
que mutilaron las garras que todo fauno se merece
para no morir entre bestias insaciables.
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Necesito capturarlo con las armas adecuadas,
no soporto la cruz, el peso del remordimiento
que ha hecho de mis versos estas alas incendiadas,
este puñal con el que me flagelo y arrepiento.
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Hay mucha oscuridad en las cosas que concibo;
destruyo lo que toco o lo pongo al borde del abismo,
me enamoré de un ángel a quien hoy esquivo.
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Me extirpé la lengua en un tributo al malditismo,
veo monstruos y fantasmas en las casas donde vivo;
"la luz es torpe" se acercan repitiéndome lo mismo.
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La noche ha visto la cicatriz de los demonios,
la misma marca en cada una de las frentes,
el miedo que se instala con vientos premonitorios,
los mismos rostros desencajados e insurgentes.
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Ella no hubiese resistido, habría muerto al alba
de una fecha expropiada por la demencia,
por el zarpazo natural de un monstruo que la salva,
que la protege a tiempo de su infernal presencia.
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En mi boca se agita un extraño mensaje,
una canción alada, la voz de un antiguo sacerdote:
ese rumor natural, la letra del buen salvaje.
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Nada de esto me es ajeno, disfruto con el vicio
y la santidad de las iglesias: soy el azote
del ocio; Judas resurrecto sacándote de quicio.
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En mis nervios reposa la lealtad de los traidores,
la impotencia de quien teme al hocico de la muerte;
conmigo se enciende el fuego de los perdedores,
soy el guardián del absurdo, de la ira, de lo inerte.
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La ciudad conoce el espanto de las visiones,
intenta escapar disparándole a mi juicio,
lo ataca furiosa con mortales precisiones,
pretende destruir mis celdas de suplicio.
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¿Qué hay aquí? ¿De dónde surge esto que me incita
a darle cuerpo a la bestia que escondemos?
¿Quién exige? ¿Quién clama? ¿Quién me precipita?
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Nada existe más allá de lo que vemos,
la noche tiene ese encanto meretriz que nos excita;
su misterio es el beso de luz que no tenemos.
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jueves, 26 de marzo de 2009

Dos poemas de Ricardo Solano Delgado

Ricardo Solano, atrás el Perené (Chanchamayo)
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En 1996, en Trujillo, fundé con Ricardo Solano (Piura, 1976), Kike Robles (Sullana, 197?) y Sarah Vásquez (Trujillo, 1978), un grupo de poetas, TRIÁNGULO 4, todos éramos alumnos de derecho, lo he dicho antes, en mi caso, la facultad fue un error de juventud; para ellos no, ahora los tres son reconocidos abogados, Saritha creo que ya no escribe (espero equivocarme), Kike este año publicará su primer libro, PERRO CALLEJERO DEL ESTE, en la colección de poesía que edito, estaba bajo amenaza de no hablarle si no publicaba, se ha pasado años postergándose, y Ricardo, sobre quien con Kike estábamos convencidos que había abandonado los versos, dábamos por hecho su retiro de esta fijación por escribir mientras nos dolemos con las musas (horrible palabrita), me sorprende anoche mostrándome un libro inédito que venía corrigiendo desde hace algunos años, definitivamente la sorpresa fue gigante, mi alegría: doble, pensé que habíamos perdido al poeta Solano, pero no, Ricardo seguía escribiendo, sin enseñarle a nadie los textos, seguía "haciéndose más", (cuando estábamos en la universidad nos sentábamos a corregirnos, siempre escribíamos más que él, Ricardo nos miraba, guardaba en su mochila hippie los papeles, se peinaba su melena afro y se quitaba, "a dónde vas?" le preguntábamos, "voy a hacerme más", respondía, nosotros reíamos), efectivamente todos estos años estuvo "haciéndose" más poemas, prueba de ello cuelgo aquí un par de LO MISMO, el libro que espera editar también durante este año. Es gratificante descubrir que no se perdió entre los tribunales. Ricardo es personero legal de un partido político, lo que significa que tampoco perdió el interés social, y ahora gerencia conmigo T4, que ya no es un grupo de poetas, sino una consultora. Quedamos a la espera del poemario, mientras tanto un adelanto. Kike y Sarah se emocionarán cuando te lean.
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del libro inédito LO MISMO
I
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He comprendido que debo ser el de siempre,
el que recoge la basura a diario,
el que espanta las moscas para estar solo.
Debo creer que soy bueno,
simple y delicado como mi abuela,
esa viejecilla que me daba teta para salvarme
y alimentaba mis ideas sobre volar lejos
donde nada me toque.
He vuelto a ser el de siempre,
el que se esconde de la multitud,
el que se confunde entre miles de ideas confusas y solas.
No me negaré,
no dejaré de comer para ser salvo o simplemente delgado,
comeré de ti como de mis zanahorias,
de lo más verde de tus hojas;
de esa luz que llega a diario por recibo
o por amor de dios.
Seguiré en lo mismo,
en todo lo que a nadie le interesa,
cuando aún esté presente
o ausente,
cuando pasen lista
o me saquen a la pizarra a escribir mil veces que estoy presente,
que aún sigo aquí en lo de siempre,
en el querer que todo salga bien contigo, con nadie y conmigo;
con quien he de terminar este verso,
este reclamo absurdo de tenerte dentro, fuera y a lo lejos.
Lejos de lo mundano para creer que ya no hay basura más que sacar,
que las moscas son solo multitud
queriendo entrar como ideas confusas en mi cabeza,
cuando no estás
para volar lejos conmigo.
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VII
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Ahora es cuando siento tu carne,
cuando me clavas los dedos y me aprieta tu dorso,
ahora es cuando la noche se desprende de tus ojos
como un trozo de luna
o un pedazo de mar que cae sobre la hierba.
Ahora es cuando siento tu silencio en mis palabras
sobre mí,
sobre esa nada que siento cuando te adentras,
cuando me dices “mi peruca”,
es ahora,
es de noche y me pierdo como un volcán por miles de años,
por un instante,
para ti y para siempre;
a esta hora es cuando entras en mí
como el viento,
como un pez que se escapa entre las manos.
Serán tus ojos esa hierba,
la humedad que me dejas con cada azote de tu pelo,
con cada estrella de tus labios
y la luna como un trozo de ti que me aprisiona
para amarme lentamente y agujerearme el corazón,
la sombra, las manos, el sombrero.
Aún no he nacido y derrepente estoy muerto
como un pez espada en alguna red,
como un pájaro sin alas,
como perder las manos,
como mezclarme contigo en la ciudad que se enciende,
en la ciudad que despierta en llamaradas con tu nombre,
con tu voz,
con este deseo de saber que existes y no eres sólo un sueño,
y no despierto solo para tenerte en esta noche ,
en este instante que termina
con cada movimiento de tu sombra
cuando corres a esconderte de la noche
y soy yo el que siempre te atrapa.
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viernes, 13 de marzo de 2009

El grito lanzallamas de Oscar Saavedra Villarroel. A propósito de TECNOPACHA (Zignos, 2008)

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Antes de leer un libro, suelo abrirlo al azar para ver si pese a ello en la página que lo detengo hay un verso o una frase que me mueva. Aplico la misma operación a todos, si no choco con ese verso o esa frase, lo cierro y olvido que reposa en alguno de los estantes de mi biblioteca. Supongo que es un defecto adquirido gracias a mi vicio por el juego. Cuando se trata de envíos de mis amigos, de libros inéditos que generosamente me confian, sucede casi lo mismo, avanzo con el cursor hasta el centro o el final, nunca me quedo en el inicio, y lo detengo ansioso para ver si aparece esa frase o ese verso. No es un hábito recomendable, menos si quien intenta aplicarlo pretende ser editor; yo me arriesgo. Ocurre que mis búsquedas no necesitan razones, sé lo que quiero leer, sé hasta dónde puedo acercarme con un libro.
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Ahora que la poesía comprometida, social o política es escasa, y lo publicado son estornudos bílicos (no bélicos), en su mayoría prosa, de escritores que se declaran radicales, y que los espacios por donde transitan se infectan con posiciones ideológicas de la peor izquierda (a veces ni eso), es casi un milagro encontrarse con un hallazgo como este: Les dije: tomen nomás. Yo pago hasta la corrupción. / Les regalé el poema capitalista; / les dije: ése es el poema del mundo. Se trata de TECNOPACHA (Editorial Zignos, 2008), el primer libro de poemas de Oscar Saavedra Villarroel (Santiago de Chile, 1977).
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TECNOPACHA es el primer volumen de un proyecto escritural político totalizante al que Oscar ha denominado dOPING hISTÓRICO, constituido por cinco libros cuyos nombres prometen: ESPUNKAS y PAISCIDIO, por citar a dos de ellos. Chile, que goza de una de las más vigorosas literaturas, tiene en poetas como De Rokha, Parra, Rojas, Millán y Zurita los referentes de la última poesía que novísimos como Diego Ramírez; Pablo Paredes, Rodrigo Gómez y Héctor Hernández, están escribiendo. Citaba con ellos una línea que hace suyo el discurso comprometido, se trata de escritores que no callan pese al filo de los sables con el que destajan sus ansias por otro modo de convivencia. No huyen a lo social, lo toman; no se refugian en sus dramas internos, los dotan de una lengua colectiva. Algo que en Perú no se lee desde la década de los noventa. Pasando por Romualdo, Valcárcel, Scorza, el primer Cisneros, Hinostroza, Hora Zero, kloaka y Neón.
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La pregunta es qué ha pasado para que en nuestro país no hallemos un solo verso de la última promoción de escritores que se duela del hedor que ha invadido nuestra escena y que por supuesto salpica a todos los estratos. Alberto Alarcón, el genial poeta piurano exige en uno de sus poemarios, que aún mantiene inédito: Haz de tu grito un lanzallamas. Señala el sitio de la podredumbre. Yo he tenido que ir hasta Santiago a escuchar el sonido de ese lanzallamas: Supe que la identidad no era sino un puñado de polvo / que casi era imposible soñar y escribir con las manos atadas por el aire.
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Hay poesía en nuestro país, poesía de primerísima factura, pero supongo que si bien hemos tenido nuestros muertos en la guerra contra los terroristas que se levantaron en nombre de Marx y Mao, ni siquiera la década siniestra de Alberto Fujimori ha sido suficiente baño de sangre para dolernos e involucrarnos en proyectos que trasciendan lo exclusivamente literario.
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En la última promoción de poetas chilenos la escritura política es casi su eje; desde posiciones homoeróticas como la poesía de Diego Ramírez hasta la casi militante (o activista) de Pablo Paredes, donde acaso eso que las cruza es el tono niño/fiera, niño/autista (pienso en La Ciudad Lucía de Paula Ilabaca) que perturba a cualquier ojo ávido por la sorpresa y el desgarro, o Grasa de Gómez, impecable manifiesto contra el vértigo y el tedio de los habitantes de la urbe.
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Me tiraron piedras cuando depositaron sus tarjetas en mi bolso. / Me tiraron corazones cuando les mostré una AFP / y lo que podrían hacer con sus dineros. / Me volvieron a tirar piedras cuando les dije: la solución está en la cabeza. / Me tiraron corazones cuando llegó la ambulancia / financiada por privados. Con esta crueldad que linda con lo irónico, Oscar Saavedra nos ubica frente a una cartografía sobre la que nos perdemos hasta chocar con nuestro propio reflejo.
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"Lo que TECNOPACHA busca en tanto libro, es la consecución del poema capitalista que como tópico aparece una y otra vez entre sus versos. La ironía está en que pese a su feroz crítica contra el Capital, nuestro poeta parece ser el único capaz de lograr ese poema. Y esa es la gran contradicción que siempre entraña la buena poesía." Señala Róger Santiváñez en el prólogo del libro.
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Sin ánimo de pontificar, estoy convencido que este libro es el primer documento que asume la lengua de esta Latinoamérica desgarrada y ansiosa que dice al fin lo exacto, a diferencia de otros intentos que se pierden con la piroctecnia de la retórica efectista. Por eso TECNOPACHA es un libro fundacional, con él recuperamos al poeta épico, al artista como crítico de su contexto. Derepente me metí en la fundación INTI que decía llamarse así / por ser los creadores de las vanguardias / y pregunté por las becas que nacían de los muertos. / Tienes que enviar un plan, una estrategia, me dijeron tan Gabys. / Agarré mi tan apreciado portafolios y lo vacié sobre sus venas mesas. / Les dije: tengo el talento quebrado de los sueños. / Sal de aquí Mapocho, me gritaron, sal de aquí pendejo oxigenado./ Y me marché como todo un indio oropelado, un neandertal / a las puertas del subdesarrollo.
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TECNOPACHA tiene la virtud de conmovernos, nada queda en el aire, todo se pronuncia como un himno ancestral que hemos venido repitiendo silenciosamente desde siempre, por eso aquí la boca, su boca, se levanta como un fakir para lanzarlo como un graffiti posmo sobre la ciudad incendiada, sobre la ruta andes por donde acabo de circular al leer por quinta vez este maravilloso informe. Supongo que ni Oscar ni yo imaginamos ese lejano 2006, en Santiago de Chile, que nuestras literaturas iban a cruzarse, supongo que tampoco imaginó confiarme el primer volumen de su dOPING hISTÓRICO, yo empecé a seguirle la pista cuando editamos ANOMALÍAS (2006), ahora que tengo en mi poder PACHAS, el segundo volumen de su proyecto, confirmo, una vez más, el vigor de aquellos libros escritos con ese vino rojo que reclamaba Nietzsche.
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En la foto: poeta Oscar Saavedra Villarroel.

domingo, 1 de febrero de 2009

Días de feria

Luis Eduardo García, autor de EL SUICIDA DEL FRÍO,
Adriana Doig Manucci, organizadora de la Feria del Libro de Trujillo,
Carlos Rengifo, autor de UÑAS y Harold Alva

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La semana pesada estuve en Trujillo, no iba desde la feria del libro del año 2007, fueron dos años con muchas sorpresas. En aquella oportunidad fui como expositor, con Zignos -la editorial que dirigí hasta abril del año pasado y a la que retorno, contra las malas vibras, desde hoy 1 de febrero- esta vez fui como autor, como el nuevo fichaje de Ediciones Altazor, de mi amigo Willy del Pozo. Se trataba de la IV FERIA DEL LIBRO DE TRUJILLO, por supuesto, no me la perdería.

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Carlos Portugal, el dueño de la imprenta con la que trabaja Altazor, generosamente se ofreció acompañarnos a la agencia, Willy llevaba un buen cargamento de libros que esperaba agotar como si se trataran de best sellers, en el trayecto, "Cholito", así le decimos, exclama: "Si tanquean el carro yo mismo los llevo", los narradores Carlos Rengifo, Roger E. Antón, Willy y yo, nos miramos, sin dejar pasar un solo minuto, le contestamos al unísono: "buena Cholito", regresamos a Breña por sus cosas, nos detuvimos en un grifo, después a una licoreria por dos botellitas de pisco, cigarrillos, y chau Lima, de frente rumbo a la panamericana norte hacia la capital de la marinera.
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A las 9 de la mañana fuimos de frente al hotel donde estaba hospedado el novelista César Sánchez, editor adjunto de Willy, para el baño de rigor, confiados en que nos hospedaríamos en el hotel del poeta Walter Curonisy, salimos a Huanchaco. Nada, el Curo vendió su hotel, regresamos a la ciudad, el plan B era mi familia. No podía fallarnos. Directo a la urbanización Los Jardines, a la casa de mi tía Yoli, la hermana de mi padre, "estoy con tres amigos, espero no incomodarla", acomedido para que no se asuste, "no te preocupes hijo, deja que le diga a tu tío", bingo, mi tío Elmo fue diputado por la APRA en el primer gobierno de Alan, el compañero de hecho me abriría las puertas. Así sucedió. A las 4 de la tarde ya teníamos casa. Gracias tíos.
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Lo que sería un viaje para presentar mi primera novela, BURDEL, se convirtió en un viaje de presentaciones, por la salud de mi padre solo me quedaría hasta el martes, presentaba la novela y de nuevo a Lima, sin embargo en el trayecto, me comprometí con Carlos en presentarle su novela, UÑAS, lo mismo con Antón, EL PARAÍSO RECUPERADO. El lunes 26 a las 11 de la mañana Willy inaugura las presentaciones con el lanzamiento oficial de dos títulos de su colección regional de literatura infantil. A las 6 de la tarde ambos, presentamos, tipo diálogos en público, a los escritores Róger E. Antón, de EPR, César Sánchez que se inauguró como cuentista con su libro LA BURBUJA, a Wilfredo Ardito de la Coordinadora por los Derechos Humanos, autor de la novela EL NUEVO MUNDO DE ALMUDENA y a Ricardo Ayllón de IMBERBES. Estoy seguro que cumplimos con el público.
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El martes yo estaba casi nervioso, no publicaba nada, no cuentan antologías, hace seis años, sentía como si se tratara de mi primer libro, horas antes del lanzamiento de BURDEL, al frente de la feria, me refresqué con unas Pilsen Trujillo, acompañado del narrador piurano Jorge Tume y de los poetas Bethoven Medina Sánchez y Luis Eduardo García. Fueron dos días de reeencuentros. Después de varios años estreché mi mano con Houdini Guerrero, con Juan Félix Cortés Espinosa, con mi maestro Juan Paredes Carbonell, con el buen Jhonson Centeno de Mundo Jurídico, con mi amigo Pepe Hidalgo de La Industria, el diario de Trujillo, con los poetas Alberto Alarcón, Jorge Hurtado, David Novoa, César Olivares, Kike Plascencia; con el entrañable Jorge Coaguila, Con Carlos Méndez del ICPNA, con el estudioso Blasco Bazán Vera, con Issac Goldemberg a quien incluí en una antología de literatura infantil, con el gran Domingo Varas, Eduardo Elías del TORREMOLINOS, Roger Neyra de LAS SUMAS VOCES, con las preciosas Adriana Doig, organizadora de la feria, y Natalie Hoker, señorita programa ATAL, y con amigos con quienes siempre me reuno en Lima como Florentino Diaz.
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Willy del Pozo, Gerente General de Ediciones Altazor, y Harold Alva, autor de BURDEL.
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A las seis en punto de la tarde, con Willy del Pozo, estábamos al frente, en el José Watanabe, él presentaría mi BURDEL y yo su libro de crónicas EL SENDERO LUMINOSO DEL PLACER. Algo contrariado por la euforia de Willy, con dos chelas en la mesa que fueron retiradas por la organización, nos lanzamos con dos disímiles discursos que calzaron perfectos para una tarde extraña. Satisfechos por la concurrencia, pienso que le entregamos a Trujillo una presentación que, fuentes cercanas me aseguran, hasta el día de hoy comentan.
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El miércoles fue super emotivo. Con un panel compuesto por Luis Eduardo García, Carlos Rengifo, Adriana Doig y yo, lanzamos el libro de cuentos EL SUICIDA DEL FRÍO de Luis Eduardo y la novela UÑAS de Carlos Rengifo. La cita fue en el auditorio César Vallejo, con un lleno total, terminamos nuestras presentaciones como debe terminar todo reencuentro: felices. Yo doblemente feliz, porque si antes, mi padre me acompañaba, en Trujillo, fue su hermano, mi tío Wilfredo quien estuvo en todas mis presentaciones, el miércoles nos invitó a su casa a un almuerzo, el clásico cabrito a la norteña que me aseguró, viajó personalmente a su fundo de Cascas a matar al animal.
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El jueves regresamos otra vez en el carro de "Cholito", con una parada en Chimbote para visitar a Jaime Guzmán Aranda de Río Santa Editores, y su respectivo vino semiseco helado, en la noche Lima otra vez nos recibió con sus fauces hambrientas, con sus fauces conocidamente hambrientas. El viernes le dije a Florcita que sí, que regresaba a Zignos, la reunión fue en el clásico Berisso, en una amena conversa con Julio Marchena y como para que me acostumbre al ritmo de frecuentar escritores, me encontré con Oscar Málaga y Francisco Tumi, a Oscar le entregué mi poemario LOS EXTRAÑOS y a Paco, BURDEL, la mencionada novelita. .
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Harold Alva, presente.

viernes, 23 de enero de 2009

BURDEL y LOS EXTRAÑOS, mis últimas publicaciones con ALTAZOR

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Hace cuatro o cinco meses, Willy del Pozo, director de Ediciones Altazor, me invitó a publicar con su sello, "tengo algunos poemas", le dije, "y una novelita que estoy corrigiendo", Willy, mi amigo más antiguo y leal desde que llegué a Lima (coincidimos, yo me instalé en esta ciudad después de una temporada en Trujillo y Willy acababa de llegar del Puerto de Santa María, España, decidido a radicar también en Lima. Era febrero de 1999), "pásamelos, yo te los publico", Del Pozo que fundó Altazor en Cádiz, me brindó esa seguridad que todo autor espera respecto a confiarle a otro lo que escribe, eso, sumado a que casi editamos EL RITO, a mediados del 2000, un poemario ahora otra vez perdido, le envié a su correo POST MORTEM, un libro de poemas en prosa, LOS EXTRAÑOS, un conjunto de 16 poemas sobre Lima, y BURDEL, una novelita de 96 páginas.
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Después de varios años que no publicaba nada mío, hace dos semanas Willy me confirma que editó LOS EXTRAÑOS en su colección FILIGRANA, una serie de poesía donde ha publicado a escritores como Luis Hernández Camarero y a los ayacuchanos Antonio Sullca Effio y Teodosio Olarte, entre otros, me alegré, porque sé de su trabajo y conozco sobre su preocupación por descentralizar el libro en el Perú, hemos hecho algunas campañas juntos, contento con la noticia esa misma tarde nos reunimos, me entrega algunos ejemplares y me dice que BURDEL la presentamos el martes 27 en la feria del libro de Trujillo. Después de un 2008 hasta las huevas, de hecho que esto me retorna las fuerzas.
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Los créditos de ambas portadas pertenecen a dos personas por quienes guardo el mayor de los afectos, BURDEL, ha sido diseñado por Flor Béjar Bustamante, directora de Editorial Zignos, y LOS EXTRAÑOS va con un cuadro de Lali García, poeta y diseñadora, su A DAY IN THE LIFE sale pronto en esta colección. Hijos míos, la calle es suya.
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jueves, 22 de enero de 2009

La belleza escondida en un poema que exige la eutanasia

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Lima y su tufo de malecones saturados por la niebla Sus calles como culebras Sus habitantes de plástico reflejándose en los muros de edificios enormes Los árboles de mi distrito enfrentándose al humo de las máquinas La mierda en la cara de Lima En los ojos de Lima que clavados sobre el vidrio han ensuciado con su sangre el color de esta mañana La soledad que ha tomado impulso para penetrar con su filo la carne de tus pesadillas Lima y su sabor circunstancial Sus brazos agitándose como una telaraña de espasmos El ruido de las llantas La belleza escondida en un poema que exige la eutanasia Lima y su estética de mierda Sus valoraciones críticas que sucumben con el rigor de los accidentes Los crímenes con los que adicta desflora con saña el despertar esquizo de la noche La depresión como una marca El insomnio como una marca La fatalidad como una marca Lima y el hedor de los pájaros que cagan sobre mi cabeza Lima y los callejones y las quintas El coro del tedio como fondo de un ballet con el que danza la arrogancia El cine donde me escondo para perderme en otra escena Los documentos que evito para no ejercer mi rol de ciudadano Los celulares varados en las playas Las tarjetas de crédito como la palabra "amor" que esperan las princesas posmo La mierda en el corazón de Lima En la espalda de Lima El detrimento sado con el que afilo la lengua para decir una palabra Mi pelo largo engominado con la flema de Lima Tu piel colgada en mi ventana Tus manos ensuciándose con los intestinos de la podre El cetro de las empresas como un Óscar al fracaso de nuestra condición animal maquillada con pretextos Lima y el tráfico de las cinco Lima y el vértigo Lima y su necia actitud de retornarme la tristeza.